Seguramente los más jóvenes solo conocerán al Capitán Marvel por las numerosas referencias que aún hoy se hace de él en los cómics de Marvel. O por aquellos personajes que más tarde tomarían su nombre para continuar con su legado.
Pero el Capitán Marvel original, el originario Kree llamado Mar-Vell, fue durante mucho tiempo uno de los pilares del Universo Marvel y, junto a Silver Surfer, el máximo representante de la temática cósmica de la editorial.
En 1982, se publicaba una Novela Gráfica titulada “La Muerte del Capitán Marvel”, obra de Jim Starlin, el gran especialista en temática cósmica, creador de personajes como Adam Warlock, Gamora, Drax o Thanos, y uno de los responsables directos del éxito del Capitán Marvel. El título era efectista. Pero también sabemos que hablar de "muerte" en el universo Marvel es saber que éste estado de desaparición es temporal y tarde o temprano los personajes terminan reviviendo, resucitando.
Pero en esta ocasión no había trampa. Mar-Vell se muere. Y no muere a manos de un supervillano. No muere luchando contra Thanos o el Superskrull, ni muere defendiendo La Tierra del último intento de conquista de sus congéneres Kree y la Inteligencia Suprema. Ni siquiera muere en una emboscada o en un ataque a traición.
Mar-Vell se muere de cáncer. ¿Cáncer? Efectivamente. De una exposición a un gas nervioso en una de sus luchas por la justicia. Luchas siempre victoriosas de las cuales salía indemne. ¿Cómo luchar contra una enfermedad del propio cuerpo para la que no hay cura, ni siquiera para el extraterrestre cuerpo Kree?
La respuesta no pudo ser más cruel y el impacto no pudo ser mayor: El Capitán Marvel no lo conseguiría.
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